Abstracción y fruición cromática como potencialidad pura
Todos somos uno en el arte de Cecilia Mortola
Podría afirmarse que la obra de Cecilia Mortola, manifiesta visualmente el pensamiento: “El arte hace visible lo invisible”, de Paul Klee, el artista alemán. A través del lenguaje de la abstracción y de una sensibilidad atávica hacia el color, Mortola expresa una lúcida visión del mundo, ya que reconoce que estamos todos conectados y que lo que le atañe a uno, afecta a todos. Esto se percibe en sus obras, donde las formas orgánicas y/ o geometrizadas, se estructuran en armónicas interrelaciones, diálogos y conjuntos. Tal vez, esta filosofía de la unión con todos los seres vivientes que aspira a una comunión pacífica sea una enseñanza que Cecilia aprendió de la práctica cotidiana del yoga. Lo mismo puede decirse de la mente de principiante, que ella conserva al extasiarse frente a la vibración de los pigmentos, en la intimidad de su taller.
Ahora bien, Mortola posee el mérito de conjugar el goce experiencial y creativo de la niñez junto con la sabiduría intuitiva de la madurez. Hay algo de ritual en su proceso creativo. Sus telas irradian una alegría de vivir a través de la fruición cromática, que ella misma siente al pintar. Cuando ella crea, se sumerge en Kairos, el tiempo metafísico, cualitativo y sensorial. Es un tiempo que se contrapone a Cronos, el tiempo lineal y cuantitativo. Al pintar, Mortola, se conecta con estados profundos de su ser. La pintura es para ella una meditación reflexiva sobre la existencia. Es por eso que las temáticas de sus obras, aluden tanto a momentos de su vida, como al inconsciente colectivo e inclusive a otros planos de consciencia. Esto puede deducirse también, por medio de los poéticos títulos que elige para sus creaciones. Tanto “El camino del artista” (2015) como “En busca del destino” (2018) son pinturas que insinúan vivencias autobiográficas. Mientras que “Algunas sombras” (2017), “Luces y sombras” (2017) y “Luces y sombras I y II” (2017), podrían vincularse al arquetipo jungiano de la sombra. Por su parte, “Lluvia dorada” (2019) y “Múltiples opciones” (2018), insinúan otros planos de consciencia. Además de su formación como Profesora Nacional en Bellas Artes en la tradicional Escuela Prilidiano Pueyrredón y de especializarse en diversos talleres, Cecilia, supo nutrirse de célebres maestros. Entre las influencias más notorias que recibió cabe destacar: la abstracción lírica de Paul Klee y Kandinsky, los universos imaginarios de Xul Solar, las líneas sinuosas y la policromía de Hundertwasser y el surrealismo sintético de Miró. En la poética de Mortola, también hay reminiscencias del simbolismo de Odilon Redón, la tradición del universalismo constructivo (Torres García y Gurvich) y del arte concreto rioplatenses (Lozza), así como de la abstracción geométrica de Sarah Grilo y de la pintura abstracta de Antonia Guzmán.
Ahora bien, podría afirmarse que el movimiento del cual Cecilia Mortola está más próxima es el surrealismo, particularmente, en su vertiente abstracta. Por tal motivo, su obra puede afiliarse a la del artista chileno Roberto Matta, quién desde el surrealismo abstracto, procuró pintar el cambio. De esta manera, Matta imaginó procesos de creación y de destrucción de la materia y a su vez, representó estados interiores del ser humano. Es por eso que desarrolló el concepto de “Inscapes” - término derivado de la palabra inglesa “Landscape”, paisaje -, ya que, Matta estaba interesado, en retratar el estado anímico de las personas a modo de paisajes interiores. Al igual que Mortola que en varias de sus obras abstractas, se refiere a procesos íntimos de la existencia humana. Inclusive, en ocasiones, entre las formas abstractas se perciben seres que están viviendo una situación particular. Tal es el caso de “Como en un Carrousel” (2015), donde un personaje metafísico de ojo celeste delineado en negro y nariz naranja, pareciera inmerso en la circularidad de sus pensamientos, o bien, en una secuencia cíclica de episodios que se reiteran. En “Un suave aleteo” (2018), una escenografía abstracta y surreal evoca un proceso de expansión y evolución interna.
Así como Roberto Matta pensaba al cambio como un proceso de creación y destrucción de la materia, así Cecilia Mortola, utiliza a la naturaleza como metáfora de la perfección del mundo, pero también de los acontecimientos que no podemos controlar. Por eso, evoca formas naturales para aludir a períodos de origen, orden, caos, crecimiento, transiciones y muerte. Esto puede vislumbrarse en: “Rompiendo estructuras” (2019) donde una vigorosa iconografía vegetal crece, supera los antiguos marcos de contención y tiñe el fondo de chispas doradas. A su vez, en “Como loca” (2020) las formas vegetales se expanden en distintos verdes, amarillos y blancos en un fondo abstracto rojo, para expresar poéticamente el estrés en un contexto de pandemia.
En algunas pinturas apaisadas, Cecilia muestra el cambio acontecer a modo de un friso abstracto, mediante de la reiteración y variación de un motivo. De esta manera, relata una historia en distintos ritmos y colores. Tal como puede apreciarse en: “Enganchados II” (2015), “Todo cambia” (2019) y “Un cuento” (2005).
Mortola es una prolífica artista plástica que además de la pintura, ha incursionado con pericia en la escultura, los relieves y la joyería. En su método de trabajo, coexisten tanto la composición premeditada como lo encontrado al azar, que se integran en armonía bajo su criterio estético. En otras ocasiones, ella incorpora lúdicamente un “objet trouvé” en sus piezas, dejándose guiar por las propuestas que el propio material sugiere. Otras veces, su sabiduría intuitiva la lleva a explorar caminos compositivos y cromáticos meditados anteriormente.
En la poética de Cecilia Mortola, el lenguaje predominantemente abstracto y la exploración del potencial del cromatismo, le permiten pintar lo que está detrás de la apariencia de las cosas, un mundo paralelo, con sus propias formas y colores. Es decir, por medio de una paleta rica y variada, utilizando formas a veces orgánicas y en ocasiones geometrizadas y algo metafísicas, Cecilia, logra hacer visible lo invisible, para deleite de su público. Si abrimos nuestra mente y sensibilidad, sus obras pueden ser nuestro mejor espejo.
María Gabriela Figueroa